II Coloquio de filosofía UARM 2012
Víctor Andrés Cisneros Solari
EAP  Filosofía UARM

¿Existe algo que el dinero no pueda comprar?
Comentarios a la propuesta de Michael Sandel
 (Aquello que el dinero no puede comprar y los límites morales del mercado)

En mayo del presente año se anuncio en distintos medios de comunicación la creación de un programa de “servicio voluntario” para  aquellos que decidieran, voluntariamente, seguir un programa de capacitación y pudieran ayudar a la institución policial. Sin embargo, no paso mucho tiempo antes de que  el programa y la ley que le dio origen fuesen derogados. Aquel programa de “servicio voluntario” nunca llego a darse. La discusión que se dio en aquel momento que tal vez hubiese merecido mejores argumentos. Finalmente, este hecho quedo como una anécdota más en la agenda nacional, perdiéndose entre diversos y mayores problemas,  escándalos e información algo confusa.

Pues bien, aquella anécdota  es el motivo de esta breve ponencia. En las siguientes líneas presentare la postura y propuesta de un autor contemporáneo (Michael Sandel) cuyo análisis considero pertinente y bastante útil en la medida que permite mostrar cómo es que el dinero influye en nuestras decisiones y relaciones sociales al interior de instituciones en las cuales el mercado solía no tener lugar.

 En efecto, bajo los siguiente dos argumentos: “coerción y corrupción” (Sandel 1988,2012*) el autor diserta sobre aquello que el dinero solía no comprar además del porqué ciertos bienes en la actualidad no deberían estar sometidos a las leyes de mercado teniendo como paradigma una economía liberal. La pregunta en ambos textos es la misma: ¿Existe algo que dinero no pueda comprar? Además de considerar cuales han de ser los límites morales del mercado y sus reglas inherentes es una pregunta que invita a la discusión, disertación y debate que debería ser de carácter público y no solo un ejercicio académico personal relacionado a la moral individual. La pregunta, entonces, apunta no aquello que, efectivamente, el dinero no puedo comprar, sino por aquello que lo impide o debería, los límites morales del mercado, en el caso de existir tal noción. 

Presentare  ambos argumentos,  tomando como ejemplo uno propuesto por el autor en un primer momento, una ponencia del año 1998 y se tomara como referencia el siguiente ejemplo dado: el ingreso a la milicia en los EE.UU. Una consideración personal sugiere el hecho curioso  de que el autor no trate el mismo ejemplo en el texto más reciente del 2012 cuando las circunstancias proveían mayores posibilidades al análisis a pesar de hacerlo con otros casos igual de controversiales e interesantes.

Pasaremos a tratar el primer texto y las definiciones de ambos argumentos. Posteriormente, haremos la comparación pertinente con lo señalado en el texto más reciente para señalar las similitudes, cambios y algunas diferencias en la postura del autor.

Según el autor el argumento respecto a la coerción va dirigido la injusticia manifiesta de las circunstancias que se observan en el momento de someter a leyes de mercado, esto es, a la compra y venta de bienes y servicios, bajo severas condiciones de inequidad o una directa necesidad económica. De este modo, las decisiones adoptadas no necesariamente serán completamente voluntarias  (1998, p 94)

El segundo argumento,  respecto a la corrupción va dirigido a la degradación producto de la valoración que propicia el sistema de mercado en el intercambio de ciertos bienes y servicios. De acuerdo a este argumento ciertos bienes morales y cívicos se ven disminuidos o son objeto de corrupción al ser cuantificados bajo la modalidad de compra y venta. (p.94)

Es al momento de relacionar  ambos argumentos que llegamos a la posible conclusión de que no es relevante una situación establecida de equidad inicial o circunstancias de algún modo justas y favorables para las partes involucradas en la relación comercial sino precisamente el valor intrínseco, inherente y per sé a determinados valores y practicas morales o cívicas. Estas, de algún modo, no tendrían por qué formar parte o estar sujetas a las reglas del mercado o  al alcance de la esfera comercial.

Cada argumento recae en aspectos distintos. Pues bien, el primero apunta a las condiciones en las cuales las circunstancias podrían afectar, y efectivamente, ejercer algún tipo de coerción en la decisión del individuo al momento de realizar una elección sobre aquellos límites morales en relación a la esfera comercial. Sea por una necesidad económica manifiesta y patente producto de condiciones desfavorables en la cual la posibilidad de negociación entre las partes parece no existir. Una tendrá ventaja sobre la otra y el intercambio comercial se realizara bajo términos ya establecidos. Una posible crítica constructiva y solución por consenso sería la de llegar a un momento en el que estas situaciones y circunstancias, por ahora, desfavorables para una parte dejen de ser tan adversar de modo tal que las decisiones que se adopten tengan un mayor grado de libertad al ser voluntarias en tanto no sean objeto de coerción en términos casi absolutos.

 Por otra parte, el segundo argumento apunta a la valoración que se le puede otorgar a aquellos valores morales y practicas cívicas que consideramos buenas en sí mismas. De este modo, dichos valores y prácticas no debería ser solo instrumentales  en relación a la rentabilidad que pueden ofrecer. Se trata de disertar sobre la naturaleza de estos valores y prácticas como algo a preservar y mantener fuera de la esfera comercial en tanto son deseables y buenos, en cierta medida, por si mismos.  Sin embargo, en este aspecto se podría terminar en consideraciones esencialistas dictadas culturalmente en tiempos en los cuales la diversidad y relativismo cultural aun son motivo de grandes discusiones.

 Además de los argumentos propuestos, insiste el autor en la siguiente interrogante en la medida de hallar cuales han de ser aquellas formas sujetas a las normas de mercado que podríamos encontrar moralmente objetables o cuestionables más allá de las posibles prohibiciones legales o restricciones económicas (p.96).  Es momento de pasar a describir el ejemplo del ingreso a la milicia de los EE.UU

Sandel describe el ingreso a la milicia en tres momentos. En un primer momento, efectivamente, el ingreso a la milicia no tenia relación alguna con el sistema de mercado pues se trataba, básicamente, de elegir a aquellos en condiciones de ser parte del ejército  de manera aleatoria. En este momento aun están presentes algunos ideales de “servicio a la nación”.

 El segundo momento, que a su vez puede ser dividido en dos periodos, señala como fue que durante la guerra civil se introdujeron de manera poco regulada algunos principios de mercado en la medida que aquellos llamados a la milicia podían contratar a un sustituto que tomara su lugar. Las consecuencias, a modo de incentivo perverso, fue la creación de un sistema de mercado y venta de lugares en la milicia: muchos estaban dispuestos a pagar o contratar un sustituto y otros necesitaban  de aquel ingreso que podría darles aquel primer pago y luego la vida militar. Sin embargo, este sistema se degeneró  al no haber una tarifa específica o estar regulado por lo que el precio de contratar a aquel sustituto podía variar considerablemente.

Posteriormente, en respuesta a lo que sucedía se pasó a establecer una tarifa fija. Aquellos llamados a servir a la milicia podían exonerar de tal labor a cambio del pago de una cantidad determinada de dinero. De esto modo, ya no existía la necesidad de buscar un sustituto pero tampoco la posibilidad de evitar el servicio militar de no contar con la cantidad de dinero requerida.

El tercer momento parece ser aquel que llama la atención de forma no muy grata al autor pues la institucionalización de aquel llamado “servicio voluntario” respecto al ingreso a la milicia esta en estrecha relación a los argumentos señalados de coerción y corrupción (p.110).

 Aquel servicio voluntario va asociado a una remuneración fija y ciertos beneficios. De esto, y en relación a la anécdota inicial en el caso peruano, podemos indicar que el ejercicio de la ciudadanía y la noción de servicio a la nación  han pasado a la esfera comercial en la medida que cierta parte de la milicia es vista, ahora, como una opción laboral más en el sistema. De la misma manera, la coerción esta presente en la medida que aquellos en situaciones, condiciones y circunstancias desfavorables verán sus posibilidades de elección restringidas por una necesidad económica de modo tal que su elección no será completamente voluntaria como se pretende presentarla. Por otra parte, como hemos indicado, se han degradado, de algún modo, debido a la cuantificación económica los ideales y prácticas que antes no formaban parte de la esfera comercial como el servicio a la nación y el ejercicio de la ciudadanía. Por cierto conceptos aún por definir en nuestro caso.

A consecuencia de esto está presente el temor a que la milicia sea acaparada por mercenarios, siendo algo generosos con el término sin ánimos despectivos o peyorativos. Se ha dicho mucho al respecto pero consideramos pertinentes las recomendaciones de Maquiavelo sobre una milicia propia y no sujeta a intereses ajenos así estos sean los intereses individuales de aquellos que son parte de esta institución, la milicia, sea por motivos de coerción en relación a necesidades económicas o la simple degradación o corrupción de valores morales  y prácticas sociales que se mantuvieron fuera del mercado y la esfera comercial hasta el momento.

Concluye el autor en este primer momento que las objeciones a sus argumentos omiten aquella dimensión de la vida mas allá del consenso (en referencia al argumento sobre la coerción y condiciones iniciales de inequidad), en la cual los bienes cívicos y morales no son honrados por el mercado y el dinero no puede comprar (p.122)

Sin embargo, en una exposición posterior de  su postura luego de algunos años (Sandel 2012), si bien el autor no modifica los argumentos ya señalados, salvo el cambiarle el nombre al argumento de coerción por equidad, es interesante observar el cambio en las observaciones que realiza a la sociedad en general además de la vasta lista que ejemplos que utiliza  para indicar que es posible analizar casos muy distintos con los mismos argumentos.

Señala el autor que el mayor cambio en las últimas tres décadas no fue  el incremento y exceso de la codicia en general sino la expansión del mercado y sus valores propios en esferas de la vida en donde antes no tenían lugar (p. 7)

De este modo, se hace necesario replantear ciertas nociones respecto al mercado y cómo es que debe abordarse el debate. La propuesta de Sandel y sus dos argumentos proporcionan una herramienta de la cual disponemos para llevar a cabo dichos análisis.

“necesitamos repensar el rol que el mercado debería tomar en nuestra sociedad. Necesitamos un debate público sobre aquello que significa mantener el mercado en su lugar. Necesitamos preguntarnos si en efecto hay algo que el dinero no puede comprar.” (p.7)

En efecto, en las líneas precedentes no he hecho más que acceder a la invitación que el mismo autor realiza al presentar estos temas. Pues la propuesta es finalmente una invitación al debate que no solo compete a los individuos sino también a la comunidad en general y se torne pública en un sentido político.

Si bien en el primer momento de las obras del autor que se han tratado en esta breve exposición se tenía como conclusión una afirmación merece nuestra atención el giro que se realiza en este segundo momento pues aquella misma conclusión se presente a modo de interrogante por el propio autor y no solo sobre el mercado y sus reglas sino, además, sobre la sociedad y nosotros mismos.

“finalmente, la pregunta por el mercado es realmente una pregunta sobre cómo queremos vivir juntos. ¿Queremos una sociedad en la cual todo este en venta?  ¿Habrán ciertos  bienes cívicos y morales los cuales no son honrados por el mercado y el dinero no puede comprar?”(p.203)

Tal parece que después de todo este tiempo la pregunta de Sócrates a Eutifrón en un dialogo Platónico sigue presente entre nosotros respecto a la existencia de algo pío, bueno en sí mismo y que deba ser preservado, conservado o al menos no estar sujeto a las reglas del mercado. Insistimos con la interrogante: ¿Existe algo que el dinero no pueda o no debería poder comprar?

  Bibliografía:

-Sandel, Michael: “What Money Can’t Buy” (the moral limits of markets) EN Grethe B. Peterson, ed., The tanner lectures on human values, vol. 21 (Salt Lake City: University of Utah Press, 2000), pp 87-122 (presentada el 11 y 12 de mayo de 1998)

-Sandel, Michael:  “What Money Can’t Buy” (The Moral Limits Of Markets) New York: library of congress cataloging in publication data, 2012

* Nota: En todos los casos las traducciones son nuestras.